Fantasmas de Asia Central


Por Témoris Grecko / Urumqi, Xinjiang, China.

Si Juan Rulfo hubiera sido uigur, su obra Pedro Páramo hubiese tenido por escenario el desértico Jiaohe: no es que las arideces de Xinjiang sean idénticas a las del sur de Jalisco, pero en algo las recuerdan y aún bajo el sol más brillante y salvaje, entre las ruinas adoloridas de esta ciudad deshabitada por 600 años parecen asomarse sombras de murmullos, lamentos que tienen forma pero no densidad, antiguas tristezas encerradas en habitaciones abiertas cuya salida al desahogo nunca supieron encontrar.

Jiaohe. Mi galería de fotos de Jiaohe y Turfan está aquí: http://www.flickr.com/photos/temoris/sets/72157616228670684/show/
Jiaohe. Mi galería de fotos de Jiaohe y Turfan está aquí: http://www.flickr.com/photos/temoris/sets/72157616228670684/show/

Esto ya es Asia Central, la gran porción continental siempre disputada por pueblos nómadas y por los chinos, hoy bajo control de estos últimos. Es una región trágica del mundo, donde la tranquilidad siempre fue pasajera y la prosperidad se pagaba de manera terrible: después de un milenio de existencia continua, Jiaohe fue barrida por los mongoles. Quedaron allí sus casas, templos, monasterios y edificios administrativos –semiderruidos– para que en el siglo XXI pudiéramos pasear entre ellos, por sus secas callejuelas, preguntándonos cómo habrá sido su vida cotidiana, cómo podían sobrevivir con temperaturas que alcanzan 45 grados en verano y menos 45 grados en invierno, sin tierras de cultivo, sin agua…

Pero entonces descubrimos el secreto –casi caemos por él–, nada oculto, más bien ancho y abrupto: los fundadores de Jiaohe la construyeron en un sitio estratégico por sus posibilidades de defensa militar y por su capacidad de sostener una población sedentaria, en una meseta. Pero no es como las que embellecen el norte de México y el sudoeste de Estados Unidos, también aprovechadas por las culturas de aquellas regiones: en realidad, alguna vez todo esto fue una planicie, abierta como por tajos de cimitarra. Dos ríos por los que baja el agua de las montañas horadaron pacientemente por siglos hasta formar dos cañones alrededor de lo que eventualmente se convirtió en la meseta de Jiaohe y cuyas paredes se alzan unos 60 metros, como una fortaleza. Abajo, junto a la corriente, están las plantaciones que le dieron viabilidad al pueblo, entre los siglos IV y XIV.

Uno de los cañones cultivados de Jiaohe
Uno de los cañones cultivados de Jiaohe

Jiaohe está a 9 kilómetros de Turfan, una ciudad como tantas en China, atrapada entre una modernización desordenada y violenta, impulsada por la etnia dominante en el país –los han–, y las zonas donde lo bello y tradicional se conjunta con el atraso económico y el conservadurismo islámico, las de la cultura en resistencia de los uigures. A 150 metros bajo el nivel del mar, Turfan es la segunda depresión más profunda del planeta, después del Mar Muerto.

Aquí, sin embargo, los uigures todavía son mayoría. Ocurre lo contrario en la capital de la provincia, Urumqi, donde los han ya superaron a todas las demás etnias (en total, el gobierno reconoce 13 “nacionalidades” en Xinjiang, incluidos también kazajos, tayikos y kirguises). Los uigures habitan las partes más interesantes y empobrecidas, en tanto que los han viven en barrios más modernos, un poquito más limpios e idénticos a los de tantas ciudades del resto del país.

Nevada en Urumqi
Nevada en Urumqi

No es un sitio donde uno se quedaría mucho tiempo: sirve para hacer conexiones de transporte, extender la visa china u obtener las de Kirguistán y Kazajastán en los consulados de esos países. A sólo 12 horas de Urumqi (lo cual es poco para las dimensiones de China), está la frontera con los países del Asia Central hoy independiente, que antes era soviética y que no se ha desprendido de muchos de los rasgos burocráticos, ineficientes y autoritarios de ese régimen desaparecido.

Fuera del Sudeste de Asia, que es una región en general amigable y sencilla para los visitantes, el resto del continente es una pesadilla logística: fronteras, aduanas, visas, requisitos, extorsión oficializada, extorsión amateur, en fin. Y esto provocó el primer inconveniente de importancia en mi viaje.

Todos esos países con apellido “stan” (Tayikistán, Uzbekistán, Kirguistán, Kazajastán y Turkmenistán) y otros, establecen como requisito para otorgar la visa que una compañía local le dé al solicitante una “carta de invitación” (LOI, en inglés), que no es más que forzar al viajero a pagar por el control paranoico que el gobierno quiere tener sobre él: hay que decir en qué consulado la va a pedir, cuándo va a entrar uno al país, por qué lugar, qué sitios visitará y cuándo y por dónde saldrá, entre otros muchos datos. Gracias a la internet, se puede obtener online, pero hay que pagar unos 40 dólares por cada LOI (además de los 50 a 140 que puede costar la visa). Y esperar: oficialmente, entre 10 y 14 días. Pero conmigo, los tayikos se tardaron seis semanas.

Originalmente, yo había pensado iniciar mi viaje en abril. Pero el 21 de marzo se celebra el Navruz, el año nuevo persa, que es la festividad más importante de Asia Central, y lo más espectacular ocurre en Tayikistán. A mí se me metió entre los ojos que quería presenciarlo y adelanté un mes la salida, recorrí China como rayo para llegar a Urumqi, de donde sale un vuelo a Dushanbe, capital de Tayikistán, sólo dos veces por semana: miércoles y sábado. Pensé tomar el del sábado 14 de marzo para tener tiempo de ubicarme en Tayikistán antes del evento. Pero los tayikos sólo autorizaron la LOI el viernes 20 de marzo por la noche, cuando ya era imposible comprar el boleto aéreo para el 21.

El camino a Tian Chi.
El camino a Tian Chi.

Las consecuencias fueron pésimas porque, con tantos requisitos, yo había pasado semanas planeando al detalle cada movimiento y las LOI para los demás países de mi recorrido estaba cuidadosamente sincronizadas: obtener visa en ciudad X, entrar tal día, pasar por aquí, conseguir otra visa en ese país para el siguiente, salir por acá, tal día, etcétera. Obviamente, la negligencia de un burócrata tayiko, que puede haber tenido mi LOI cinco semanas en un cajón esperando que dejara de perder el tiempo y la firmara, destrozó el mecanismo de relojería que era mi itinerario, y me hizo perder además las LOI de los demás países, que no permiten modificaciones: si no la puedes obtener en el consulado que dijiste, o cambiaron tus fechas o rutas, a pedir otra y pagar de nuevo, colega.

Así pasé casi dos semanas en Urumqi, donde no pensaba estar más de una o dos noches, haciendo esfuerzos para reconstruir el viaje y gastando dinero. Al final, he debido dejar fuera Tayikistán (_______ -ése es el espacio para garabatear lo que pienso de ese país) y Pakistán. Y ya de paso, estoy tratando de crear no sólo un plan B para cuando vuelva a ocurrir algo parecido, sino C, D, E y todo el alfabeto.

Yann, Alessandro y Daniel caminan sobre el lago congelado de Tian Chi. Mi galería de fotos está aquí: http://www.flickr.com/photos/temoris/sets/72157616136903621/show/
Yann, Alessandro y Daniel caminan sobre el lago congelado de Tian Chi. Mi galería de fotos está aquí: http://www.flickr.com/photos/temoris/sets/72157616136903621/show/

Esto tuvo un lado positivo, no obstante: a través de Facebook, contacté con Alessandro, un chico italiano que estudia mandarín en Urumqi, y él me presentó a sus amigos, todos muy simpáticos y con proyectos interesantes que los tienen en esta región del mundo. Con ellos fui a Tian Chi, un lago congelado (nunca había caminado sobre hielo) de la fabulosa cordillera del Tian Shan (montañas celestiales). Y en mi hostal (¡por fin, un sitio con gente agradable y amistosa con la que puedo comunicarme!), conocí a José Luis, un madrileño genial que viene a documentar en fotografías la vida de los kazajos nómadas (no quedan muchos).

Lamento no haber podido ir al Navruz, pero no pasé mal el tiempo. Ahora escribo desde Kashgar, en el sur de Xinjiang, una parte del itinerario que estaba planeada para mayo (iba a regresar a China) pero ahora la he tenido que adelantar. En muchos aspectos, esto es como regresar al siglo XVIII. Es una historia que contaré más adelante. Por el momento, les dejo a ustedes mis galerías de fotos, de acalorados pueblos fantasma y gélidos lagos en las montañas.

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