Redacté este texto en Gaza, bajo los bombardeos, y lo publiqué en la revista Proceso del 17 de agosto de 2014.
Al iniciar una nueva guerra, y ya que la hasbará va viento en popa, es oportuno volverlo a compartir.
Témoris Grecko / Gaza
Actúan desde Israel y muchos otros países. Las redes sociales les permiten influir globalmente, en decenas de idiomas. Muchos son voluntarios, otros personal a sueldo, y en bastantes casos, cuentan con becas, subvenciones y apoyos para llevar a cabo, con celo de devotos, su misión: defender las posturas del gobierno de Israel y combatir a los críticos.
Siempre están activos pero más cuando Israel entra en alguna guerra. Se hacen notar en Facebook y en Twitter esparciendo información, normalmente tendenciosa y sin importar que esté manipulada o sea mentira. Aparecen para cuestionar y desacreditar a intelectuales, artistas, periodistas y otras personas con visibilidad que se aparten, poco o mucho, de la línea dura israelí. Algunos llegan de forma más amable; otros, de manera agresiva, pero en general utilizan argumentos idénticos y dan como referencia las mismas fuentes. Es inútil discutir con ellos porque no están ahí para establecer una conversación honesta, pero si no se les pone atención, disponen de un catálogo de acusaciones que van desde intolerancia hasta antisemitismo.
Son los campeones del hasbará: esta palabra hebrea es traducida como “diplomacia pública” por sus promotores y como “propaganda”, por sus detractores, y representa a un movimiento público –no clandestino— que cuenta con apoyos institucionales y privados. Surgió a fines de los años 70 y en 2001 fue creado, con apoyo del ministerio israelí de exteriores y fundaciones privadas, el programa de Becas Hasbará (www.hasbarafellowships.org), que otorga apoyos económicos para actividades como entrenar a personas para actuar en redes sociales, desarrollar argumentarios (manuales con frases y técnicas para derrotar al rival en una discusión), instrumentar campañas en internet e incluso, montar “cuartos de guerra” con decenas de computadoras.
A LAS UNIVERSIDADES
Como el establecido por la Unión de Estudiantes del Centro Interdisciplinario de la ciudad israelí de Hertzeliya, el 8 de julio, primer día de la ofensiva contra Gaza. En su página de Facebook, la Unión celebró el 6 de agosto sus primeros 30 días de actividad: “18 horas al día, 670 voluntarios, millones de personas fueron expuestas a los materiales que creamos, páginas de Facebook en cinco idiomas y traducciones a otras 29 lenguas, más de 90 mil likes”, y se felicitó porque la oficina del primer ministro Netanyahu lo describió como “uno de los más significativos esfuerzos de promoción del Estado de Israel en días recientes”.
El 29 de julio, el embajador israelí en Países Bajos fue a visitar un cuarto de guerra en el barrio de Buitenveldert, en Ámsterdam, que empezó a funcionar dentro de una cafetería y se convirtió “en un espacio donde 80 personas pueden trabajar en dos turnos de 14 horas al día”, reportó la Jewish Telegraphic Agency.
Un objetivo específico de Becas Hasbará es la creación de grupos de activistas en universidades de Estados Unidos, para lo cual ofrece subvenciones con base en proyectos específicos, en especial para “uso de medios sociales”.
El 14 de julio, el gobierno israelí admitió la existencia de un programa revelado por el diario Haaretz, mediante el cual se utilizarían 778 mil dólares para ofrecer becas universitarias, parciales y totales, a estudiantes “para combatir en línea el antisemitismo y los llamados a boicotear Israel”. Se requiere que los participantes no se identifiquen como agentes pagados, sino como usuarios comunes y corrientes.
LA MUERTE PUESTA EN DUDA
Algunos activistas han tratado de darle cierto nivel de calidad a sus actividades. Por ejemplo, la página mexicana porisrael.org, reproduce un “decálogo de la hasbará”, cuyo punto 1 es “la guerra informática es otro campo de batalla y usted es parte de él”, y el 3 indica “no acepte una división entre Israel y el Pueblo Judío. Son uno solo, unidos y dependiendo uno del otro para sobrevivir”.
Más adelante, pide que, al argumentar, se “usen hechos confirmados cada vez que ello sea posible”, “use un lenguaje cortés e información de fuentes fidedignas”, “céntrese en los puntos débiles de la argumentación de su opositor” y “use el prestigio de la tolerancia de Israel como arma a esgrimir”.
El recurso a la mentira, sin embargo, es común. Por ejemplo, Enlace Judío, un sitio mexicano que tiene un anuncio que dice “Debido a la guerra en Israel, Enlace Judío necesita voluntarios”, reproduce un video que titula “Muertos que se rascan la barba, llaman con su celular, mueven los pies…”
Las imágenes muestran a personas cubiertas como si hubieran muerto, que se mueven y ríen con la persona que las filma. Al final, se ve que se trata de un evento público en donde algunos actores posan como si estuvieran matando a otros en el suelo.
Enlace Judío no aporta la información mínima: dónde, cuándo y en qué circunstancias fue grabado. Podría ser lo mismo en Pakistán en 2000 que en Londres en 2012. Es obvio que es una representación teatral. Pero para el sitio web, es evidencia suficiente para permitirse poner en duda que los palestinos que mataron los ataques israelíes en Gaza estén . Con sus propias mayúsculas: “¿Están REALMENTE muertas las víctimas fatales?”