Témoris Grecko / Ramala (publicado en La Nación, 22/sep/2011)
Los palestinos están decepcionados porque, hace un año, el presidente estadounidense Barack Obama dijo que en estas fechas Palestina sería Estado miembro de la ONU y ayer les pidió posponer sus intenciones.
Sin embargo, a pesar de que los miles de asistentes a un mitin en la plaza Arafat, de Ramala (sede de la Autoridad Nacional Palestina, ANP), estaban ahí para apoyar la entrada al organismo internacional, la gente impidió la quema de una bandera de Estados Unidos. No había terminado su discurso el secretario general de la ANP, Tayeb Abdelrahim, cuando dos jóvenes encapuchados, uno montado sobre los hombros del otro, entraron en la plaza ondeando la enseña e hicieron ademán de prenderle fuego. La multitud se volvió hacia los muchachos para exigirles que cambiaran de actitud y las personas cercanas les arrebataron el emblema.
“Escogimos dirigirnos a la ONU cuando todas las otras opciones fallaron”, dijo Abdelrahim. “El nuevo Estado cumplirá sus compromisos, pero nos rehusamos a negociar sólo por negociar”.
No se puede decir que la multitud de Ramala representa a todos los palestinos: hay quienes consideran sin sentido manifestarse en los centros urbanos (también hubo mítines en las demás ciudades palestinas) y tratan de conducir las protestas a puntos donde podría haber confrontaciones con tropas o colonos israelíes.
Las fuerzas de seguridad de la ANP han logrado, por lo general, mantenerlos bajo control, hasta el momento. Durante el día se registraron algunos choques aislados. En Qalandia, un punto de control israelí que parece puesto fronterizo, entre Jerusalén y Ramala, jóvenes lanzaron piedras contra las tropas israelíes, que respondieron con gases lacrimógenos, granadas de aturdimiento, balas de goma y cañones sónicos. También hubo reportes de incidentes en Hebrón.
La intensidad de los enfrentamientos no es superior a la que se produce en semanas normales, sin embargo. La ANP ha manifestado su voluntad de impedir que la campaña de apoyo al ingreso en la ONU escale el conflicto hasta convertirse en una tercera intifada (insurrección), y lo que parece una mayoría en Ramala comparte el sentimiento: “He pasado por dos intifadas”, afirmó Hisham Mahmoud, un trabajador de la administración local. “Murieron muchos palestinos e israelíes, la economía desapareció, hubo enorme sufrimiento. La paz no se consigue con violencia”.
ENFRENTAMIENTO EN QUSRA
Los disidentes tienen posibilidades de influir, no obstante. La ANP convocó eventos el viernes por la tarde, para acompañar el discurso que dará el presidente Mahmud Abbas ante la Asamblea General de la ONU. A lo largo de la llamada “primavera árabe”, los viernes han sido las jornadas de mayor intensidad de protestas: es el día más importante de la semana musulmana y la gente sale de la oración de mediodía a manifestarse.
Reportes de la prensa israelí, sin embargo, indican que el ejército “no espera motines inminentes en Cisjordania”. Al dar cuenta de una reunión que tuvo lugar a la una de la mañana del miércoles, en el aeropuerto Ben Gurion, entre el primer ministro Binyamin Netanyahu (quien se disponía a volar a Nueva York para hablar ante la ONU) y el jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Israelíes de Defensa, general Benny Gantz, este último informó lo anterior, precisando que de todos modos sus tropas “están listas para cualquier eventualidad”.
Los medios no mencionaron si Gantz se refirió a otra posible fuente de violencia: los grupos extremistas entre los colonos israelíes, que durante semanas anunciaron que manifestarían su oposición al Estado palestino con marchas sobre poblaciones árabes. El 13 de septiembre, el diario Haaretz dio a conocer un informe del Shin Bet, el servicio de seguridad del Estado, en el que se advierte que colonos radicales estaban planeando atentados contra palestinos e izquierdistas israelíes, “lo que constituye una actividad terrorista”.
El martes, en una visita al pueblo palestino de Qusra, cerca de la ciudad cisjordana de Nablus, fue posible constatar los daños contra una céntrica mezquita que todavía mostraba graffiti (“Mahoma es un cerdo”) y daños causados por fuego, que provocaron “centenares” de colonos en un ataque registrado el viernes 16. Cuando el ejército llegó, sus tropas se interpusieron entre los agresores y los defensores. Los primeros siguieron arrojando piedras, según narraron los pobladores, pero cuando los árabes trataron de responder, los soldados les arrojaron gases lacrimógenos y dispararon balas de goma.
Mostraron fotografías. Una de ellas era de un joven que había caído herido en un tobillo, que se veía destrozado. Un colono, sigue la versión, se acercó y golpeó la herida varias veces con el borde de una pala. El árabe perdió el pie.
MARCHA EN ITAMAR
Las historias de agravios mutuos no tienen fin. Toda nueva agresión se justifica en una recibida antes. En Itamar, un asentamiento del área, el alcalde Moshe Goldsmith mostró la casa donde infiltrados palestinos asesinaron a los cinco miembros de la familia Vogel, con armas blancas. Los responsables escaparon pero ahora acaban de ser condenados a prisión perpetua.
Goldsmith dijo no tener cuidado por el ingreso de palestina en la ONU, y afirmó que aceptaría una anexión de Cisjordania por Israel, aunque “no tendría sentido: uno no anexa su propia casa. Ésta es nuestra tierra, está en la Biblia”.
Los colonos de Itamar realizaron una marcha el martes de siete kilómetros, hasta bloquear un cruce carretero que quedó cortado para el tráfico palestino, aislando así el norte de Cisjordania de Ramal y el resto del territorio.
Los medios acudieron imaginando que se trataba de una de las manifestaciones que habían anunciado los colonos, en represalia por los movimientos palestinos. Los hombres armados con rifles automáticos, sin embargo, apenas se dejaron ver. Los 200 manifestantes eran niños y adolescentes de hasta 15 años, acompañados de tres mayores y dos jóvenes animadores, que recorrieron el tramo entre canciones y bailes.
Mientras las cámaras registraban bellas imágenes de niños con banderas con la estrella de David, numerosos colonos se reunieron no muy lejos, en el asentamiento de Yitzhar, y realizaron otra marcha. El reporte militar indica que bajaron hasta la aldea palestina de Assira al-Kibliya y lanzaron piedras contra personas y casas. Cuando el ejército llegó, sus tropas se interpusieron entre los agresores y los defensores. Dispersaron a estos últimos con gases lacrimógenos.